FABIO MARTÍNEZ - Del amor inconcluso



Del amor inconcluso
ISBN 958-97620-4-2
Colección Los Conjurados
comunpresencia@yahoo.com
Obra pictórica: Fabiana Peña

Nació en Cali, Colombia en 1955. Ha publicado los siguientes libros: Un habitante del séptimo cielo, Fantasio, El viajero y la memoria, Pablo Baal y los hombres invisibles, Club social Monterrey, Cuentos sin cuenta: Antología de relatos de escritores colombianos de la generación del 50, La búsqueda del paraíso: Biografía de Jorge Isaacs. Realizó una maestría en Estudios Ibéricos e Iberoamericanos en la Universidad de la Sorbona, París III (Francia) y es Doctor en Semiología de la Universidad de Quebec, Montreal, Canadá. Ha obtenido las siguientes distinciones: Mención Especial en el Concurso de Novela «Ernesto Sábato» 1987. Primer Premio de Ensayo latinoamericano «René Uribe Ferrer», Medellín, 1999. En la actualidad es director de la Maestría en Literatura colombiana y latinoamericana de la Universidad del Valle y columnista de El Tiempo-Cali. El libro Del amor inconcluso (Colección Los Conjurados, 2006) obtuvo el Primer Premio Jorge Isaacs, 1999.


Marta y el cazador
1
Desde hace quince años, Marta Borrero es mi mujer. Como en todo este tiempo no la he podido conocer, consulto el Diccionario Enciclopédico de Biología. La Biología es la mitad del destino de la mujer, dice, y gracias a la ciencia puedo hacerme a una idea más o menos clara de ella:
Marta: Carnívoro de los bosques de Asia y Europa que posee una piel preciadísima, sobre todo en invierno, cuando el pelaje luce en toda su belleza. Muchas veces su magnífica defensa contra el frío le atrae la bala del cazador, que toda la vida la persigue con codicia.
2
Con Marta nos acabamos de separar. Después de quince años de vivir juntos (hoy a la miseria humana le llaman vida), me queda una foto que nos tomamos en Miami, al lado de unos cachorros de león, y una cantidad de cuentas en rojo. Recuerdo que cuando nos acercamos a la jaula donde estaban los felinos, Marta y yo casi no podíamos sonreír por el olor nauseabundo que salía de la jaula. Marta por nada vomita.
Hoy, vuelvo a mirar el escenario de nuestro último viaje, y descubro con dolor que la foto que nos tomamos en aquella ocasión aún conserva el olor nauseabundo.
3
Marta ahora vive con el cazador. Él, como hombre boyante que es le ha regalado un cachorro de león para que le sirva de mascota cuando por razones de trabajo se ausenta de casa. Marta contempla al felino y, apenas llega a sus napias una corriente de aire nauseabunda, deja de sonreír, y le dan ganas de huir y mandar todo a la mierda.

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© Fabio Martínez